No voy a
inventar excusas del porqué no he escrito en este blog, mejor me voy directo al
grano (aunque seamos sinceros, nadie lee blogs desde el 2006).
En mi
cumpleaños número 30 inicié un taller de improvisación, algo que había
pospuesto por años. Tal vez fue el hecho de que entré en la crisis de los
treintas y no tenía suficiente dinero para comprarme un convertible o tal vez
porque mis amigos ya estaban cansados de escucharme decir “algún día me
animaré”, “yo creo que el próximo curso”; seguido de “es que no me da tiempo”,
“qué tal si se burlan de mí” y la más usada de todas “no sé qué ponerme”.
Fue un acierto,
no creo ser el próximo Amy Poehler, porque Dios es grande y sólo nos regala una
persona tan talentosa como ella cada 100 años. Pero sí puedo decir que me he
divertido muchísimo, tuve la fortuna de compartir escenario con gente
extremadamente talentosa y por fin tuve algo que hacer los jueves por la noche.
"La impro" (para los cuates), fue
para mi 2016, lo que los pilates fueron para el 2002; algo nuevo, que no todo
mundo entendía y que en mi mente me hacía ver de-li-ci-o-so.
Para los que
sepan un poco acerca de impro y para los que no, existen algunas reglas
importantes para que todo marche viento en popa arriba del escenario. Little that I knew (siempre quise usar
esa frase en mi blog), esas mismas reglas las apliqué fuera del salón de clases
sin saberlo… o quererlo.
Improvisación, Nivel Intermedio.
Izq. Champy. Der. Taylor Swift, compañera y complice.
No hagas preguntas.
Tres meses
antes de cumplir 30 años, acepté un nuevo trabajo que en realidad no me llamaba
mucho la atención, pero necesitaba un cambio y la seguridad de que no me
quedaría sin mis preciadas latas de atún para cenar al final de mes.
Desde el primer
momento que pisé mi oficina empecé a hacer preguntas:
¿Quién decoró
este lugar?
¿Danna Paola en
verdad quería un mundo de caramelo?
¿Soy lo
suficientemente bueno para cumplir con todo lo que me exigen?
¿Seré capaz de
apasionarme por los dulces como pasó con la moda?
¿Es seguro
aceptar un trabajo en una dulcería, teniendo un historial de diabetes en mi
familia?
¿Por qué nos
encanta comer gomitas con forma de insectos?
¿Será prudente
decirle a esa chica that’s the uglitest
fucking skirt I have ever seen in my life?
Hacerme
preguntas no me llevó a ninguna parte, dejar de hacerlas me ayudó a disfrutar
el viaje.
Hoy puedo decir
que tomé la decisión correcta, sorprendentemente no me obligan a comer dulces
todos los días, mi jefe es un genio y me recuerda que aún me falta mucho por
aprender, lo cual sólo me ayuda a retarme y crecer.
Acepta la propuesta del
otro
¿Quieres
mudarte conmigo? Acepto.
¿Quieres ir a
Europa? Acepto.
¿Quieres dar
una conferencia para Merca2.0? Acepto.
¿Quieres
terminar la relación? Acepto.
¿Quieres venir
a una fiesta a Guadalajara? Acepto.
¿Quieres este monstruo que no puedes mojar ni dar de comer después de la medianoche?
Acepto.
¿Quieres buscar
nuevo departamento? Acepto.
¿Quieres viajar
a Europa conmigo? Ehmm… Aceeeepto…
¿Quieres otro
croissant? Acepto.
¿Quieres ir a
un antro en Barcelona y terminar pedido a las 5:00am en quiénsabedondeporquetodoshablancatalanotalvezespañolperonoentiendesnada?
¡Acepto!
Supongo que
entienden la idea… Acepta la propuesta del otro, no sabes a dónde te puede
llevar.
Juega a perder
Después de
cuatro años y medio de tener una relación estable, con la persona más
inteligente, graciosa y hermosa que había conocido hasta el momento, decidimos
terminar la relación porque #SomosChavos #Yolo.
Me gustaría
decir que lo tomé como un campeón. Que por ser una decisión a la que llegamos
de común acuerdo, la separación fue amigable y nos regalamos Furbys porque
leímos en un artículo que nos ayudarían a lidiar con el síndrome de abstinencia.
No fue así.
Los primeros
meses traté de hacerme el fuerte, me pinté tatuajes y me puse piercings en todo
el cuerpo, si me veía fuerte, seguramente me sentiría fuerte también. Pero no
funcionó, obviamente. Yo creo que nadie me creía cuando les decía que había
sido la mejor decisión, que el mar está lleno de peces y yo me sentía Popeye,
que quería concentrarme en mi trabajo y que justo acababan de liberar la nueva
temporada de OITNB y los tiempos nomás no me cuadraban. Lo cual me lleva a otra regla de impro: Nadie
va a creer algo que ni tu crees.
Cuando llegó el
tercer mes dejé que la tristeza me llevara como gorda en tobogán. Me chuté
todas las películas acerca de desastres amorosos que pude encontrar en Netflix.
Me fui de fiesta, abrí todas las aplicaciones de ligue (#ligue) sólo para
asegurarme que nunca encontraría a alguien tan fantástico. Me di cuenta que la
cámara me odia y que todos los hombres con los que competía tenían cuadritos en
lugares donde yo jamás he tenido cuadritos y que había sido un idiota y que
Adele tenía razón y Taylor y Yuri; y que Celia Cruz era una enorme mentirosa y
que por eso ese murió (que en paz descanse).
Cuando por fin
se me acabó todo el amor propio que contenía mi ser y no podía tirarme más al
piso, fue cuando no tuve otra opción más que levantarme y empezar a quererme un
poquito.
Me enamoraba de
mi forma de cantar en el coche en medio del tráfico, me hacía reír con
chistecillos ingeniosos en mi mente mientras veía películas, era detallista
comprándome ropa que no estaba en rebaja, me invitaba a cenar tacos y no me
juzgaba por pedirlos con queso; y en la cama me hacía sentir… bueno, no voy a
platicar nada de eso, es privado y soy un caballero. Never kiss yourself and tell, guys, really.
Un día
desperté, en un nuevo departamento, emocionado porque tenía clase de impro y
con ganas de escuchar las canciones no dolorosas de Taylor Swift y buscar en Google
cómo iba Selena Gómez en su lucha contra el lupus, fue ahí cuando supe que
estaría bien.
Jugué a perder
y terminé ganando.
Si y…
Cuando alguien
te proponga algo (bueno o malo), cuando algo nuevo llegue a tu vida (bueno o
malo), no sólo aceptes y sigas, también agrega algo con qué jugar. Para mí es
la regla más importante de la improvisación.
Tus compañeros
de juego son lo más importante para tener un buen rato.
Tu mejor amigo, que si te ve en el piso, no te levanta porque sabe que necesitas descansar un
poco, lo que hace es acostarse al lado tuyo y preguntarte: ¿Tú crees que algún
día pueda llegar a ser igual de malvado que Cynthia Klitbo?
Tu familia, que
sin importar quién te rompió el corazón, te abraza y te recuerda que siempre
alguien te va a amar.
Tus verdaderos
amigos, que te aguantan y los aguantas y se aguantan; y te escuchan y los
escuchas y se escuchan; y te hablan y les hablas y se hablan; y lo más
importante de todo: se aman.
Tu pareja,
porque estoy seguro que todo lo que necesitas es amor.
Para finalizar,
les dejo una regla que estoy seguro mi gran profesor de impro inventó y sinceramente,
creo que es la mejor:
Súper puedes
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