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Las cosas que defenderé

viernes, 31 de diciembre de 2010
Dicen que es malo etiquetar a las personas, las situaciones o incluso, las cosas. Al etiquetar damos una opinión contundente, sin derecho al cambio o beneficio de la duda. Así que, por muchas etiquetas que se me ocurran para este año, no lo haré; porque así como sucedieron cosas malas, también me trajo varias alegrías.

Según mi carrera, cualquier deficiencia en el producto o en el servicio, evento desastroso o publicidad negativa; debe contrarrestarse con acciones de contingencia. En pocas palabras, las debilidades deben verse como oportunidades y las amenazas deben convertirse (con estrategias adecuadas) en fortalezas.

En un principio, cuando recapitulé sobre lo vivido en el 2010, no podía dejar de sentirme enojado. Después me di cuenta que este año no fue malo, sólo estuvo lleno de aprendizajes empíricos, de esos que tienes que vivir para aprender la lección. Nadie te puede contar cómo es el circo hasta que pagas la entrada y volteas a ver al león.

A lo largo del año sufrí diversas perdidas, tanto personales, profesionales, familiares y amorosas. Algunas inevitables como la muerte, otras no fueron perdidas sino apuestas que me jugué por un mejor futuro; y finalmente las sentimentales, mismas que le dan título a esta entrada.

Cuando era pequeño, un profesor de la primaria me nombró “El niño de la eterna sonrisa” y cada vez que me veía me llamaba con ese (enorme) apodo. En esa época, para mí fue como si me hubiera puesto un letrero invisible en la cara que decía: “pégame”. Por mucho tiempo me pregunté por qué a pesar de estar triste, enojado, asustado o melancólico, mi sonrisa nunca desaparecía. Ahora, tras una serie de eventos desafortunados que yo mismo declaro, terminan hoy; dejo de hacerme esa pregunta y tan sólo agradezco que esté ahí, inmutable y recordándome que nada es tan malo como para dejar de sonreír.

Las cosas que defenderé son todas aquellas que este año no me pudo quitar; aún después de intentar desfalcarme como a un niño con una paleta enorme. Estas cosas son mi familia, mis amigos, mi talento y ganas de crecer; todos aquellos valores que me han inculcado y la naturaleza que tengo de ser una buena persona; de hablar con extraños y ofrecerles ayuda si es necesario. Mis ganas de aprender día con día y la humildad de saber que cualquiera puede otorgarme un pedacito de sabiduría. También defenderé mis ganas por escribir de cualquier tontería que se me ocurra y de contar los peores chistes del mundo. Seguiré siendo el amigo del cual tal vez no consigas un consejo o una palabra que cambie tu vida, pero sí una risa que te haga más soportable la vida en momentos difíciles. En pocas palabras, mi esencia.

Sí, soy un hombre con muchos defectos, muchas carencias que debo ir mitigando, pero hoy estoy seguro de la riqueza que Dios y la vida me han brindado en estos años de existencia. Sé de qué estoy hecho y hasta donde puedo llegar; sin importar los obstáculos que la vida y los años me pongan.

Bienvenido 2011, te estaba esperando.

El gran hermano

miércoles, 22 de diciembre de 2010
No soy una persona a la que le guste mucho la política, en realidad entre menos me entere de ello, soy más feliz. Cada vez que escucho algo acerca de mordidas, corrupción o abuso de poder; mi ánimo se ve afectado. Sé que no es algo de lo que me deba sentir orgulloso.

De un tiempo para acá (exactamente desde que compré mi coche), he escuchado un programa en la radio llamado “El weso”.  En primera porque estoy harto de escuchar en todas las estaciones de radio a Camila, el grupo más detestable de México, lo juro, en mi opinión ese trío se formó para superar la depresión de no haber sido aceptados en Jeans.

En segunda, porque me lo habían recomendado mucho; varios amigos y familiares me decían: “lo escuché en el weso”, “te mando un titieto”, “amo los poemas de Anahís”; este último me desconcertó muchísimo, ya que no me lo dijo exactamente un fan de RBD.

Así que un buen día sintonicé la radio y escuché el mentado programa, que debo admitir es bastante bueno. El estilo que manejan es bastante light y ameno para las horas de tráfico, en las cuales siempre me veo sumergido. Los locutores son muy creativos, en especial Marisol, a la cual tuve oportunidad de ver en una obra de teatro llamada “Todos semos emos”, varios años atrás.

Sólo que hay un problema, como bien me lo dijeron, después de escucharlo por mucho tiempo te termina cansando, hastiando , fastidiando; en pocas palabras, te dan ganas de estrellar el coche o comprarle a los vendedores ambulantes algún souvenir folclórico y metértelo por los oídos. Así que decidí dejar de escucharlo por un buen rato y regresar a mi confiable caja de discos.

Ese ha sido mi acercamiento a la política más reciente, de ahí jamás pensé que algo me sorprendiera; y mucho menos algo positivo. La construcción de nuevas líneas del metrobús me vienen valiendo un reverendo pepinillo (así es, un pepinillo que oficia bodas), las nuevas leyes contra fumadores me hacen sentir rechazado y los errores del presidente o algún diputado al momento de twitear algo, me dan pena ajena; en conclusión, soy alérgico a las noticias.

Nada me sorprendía hasta hace pocas semanas, justo en mi trayecto a la oficina después de estacionar el coche. A unos cuantos metros de una iglesia ví un letrero que llamó mi atención, no por su belleza o composición perfecta, no, sino por el mensaje que transmitía: ¿Quieres saber qué pasó aquí?

¿Mis ojos me engañaban? ¿Es cierto lo que, gracias a Miss Paty, estoy leyendo? Sí, a continuación, el letrero presume los números telefónicos a los que cualquier transeúnte puede marcar y preguntar: ¿Qué ch·$·”%”os pasó ahí?

¡Wow! Pero que gran iniciativa del GDF, por primera vez veo que mis impuestos sirven de algo además de comprar Hummers a los diputados.

Señores, señoras, señoritos y señoritas; la ciudad nos está vigilando, el gran hermano ha llegado a chilangolandía y todos debemos sentirnos afortunados. ¿Por qué?

¿Eres de los que:

  • olvidan dónde estacionó el coche?
  • se emborrachan hasta perder la conciencia?
  • tienden a estacionar el coche en lugares prohibidos?
  • son clientes frecuentes de las ratas de dos patas?
  • son de cascos ligeros y pudor espantadizo?
  • después de dos cervezas se meten hasta con el viene-viene de la esquina?
  • la adrenalina del momento los hace cometer locuras?
  • no recuerdan lo que hicieron el verano pasado?


Pues ya no hay de que preocuparse. Adiós a la cruda moral, al qué paso ayer; de ahora en adelante sabremos qué fregados hicimos la noche pasada. Y no, ya verifiqué y el servicio no tiene cuenta en Facebook, así que nadie de tus amigos se enterará y no tendrás que esperar a que te etiqueten en las fotos para saber qué hiciste de ti, tu cuerpecito, tu coche, tu date, tu amigo, tu novia, tu perro, tu perico y tu abuelito al que llevabas al aeropuerto antes de que se te cruzaran unos drinks en el camino.
Así que ya sabes, si ves alguno de estos letreros:
















                                                                                       (y que me compra el Sanborns de los azulejos)

Y te das cuenta que estas desnudo de la cintura para abajo (neta ¿qué pasó?), es momento de marcar o textiar.

Nota: Neta, deberían aclarar los servicios que ofrece cualquier dependencia del Gobierno; se puede prestar a malos entendidos y a ridículas entradas de blog.