Home | Posts RSS | Comments RSS | Login

El gran hermano

miércoles, 22 de diciembre de 2010
No soy una persona a la que le guste mucho la política, en realidad entre menos me entere de ello, soy más feliz. Cada vez que escucho algo acerca de mordidas, corrupción o abuso de poder; mi ánimo se ve afectado. Sé que no es algo de lo que me deba sentir orgulloso.

De un tiempo para acá (exactamente desde que compré mi coche), he escuchado un programa en la radio llamado “El weso”.  En primera porque estoy harto de escuchar en todas las estaciones de radio a Camila, el grupo más detestable de México, lo juro, en mi opinión ese trío se formó para superar la depresión de no haber sido aceptados en Jeans.

En segunda, porque me lo habían recomendado mucho; varios amigos y familiares me decían: “lo escuché en el weso”, “te mando un titieto”, “amo los poemas de Anahís”; este último me desconcertó muchísimo, ya que no me lo dijo exactamente un fan de RBD.

Así que un buen día sintonicé la radio y escuché el mentado programa, que debo admitir es bastante bueno. El estilo que manejan es bastante light y ameno para las horas de tráfico, en las cuales siempre me veo sumergido. Los locutores son muy creativos, en especial Marisol, a la cual tuve oportunidad de ver en una obra de teatro llamada “Todos semos emos”, varios años atrás.

Sólo que hay un problema, como bien me lo dijeron, después de escucharlo por mucho tiempo te termina cansando, hastiando , fastidiando; en pocas palabras, te dan ganas de estrellar el coche o comprarle a los vendedores ambulantes algún souvenir folclórico y metértelo por los oídos. Así que decidí dejar de escucharlo por un buen rato y regresar a mi confiable caja de discos.

Ese ha sido mi acercamiento a la política más reciente, de ahí jamás pensé que algo me sorprendiera; y mucho menos algo positivo. La construcción de nuevas líneas del metrobús me vienen valiendo un reverendo pepinillo (así es, un pepinillo que oficia bodas), las nuevas leyes contra fumadores me hacen sentir rechazado y los errores del presidente o algún diputado al momento de twitear algo, me dan pena ajena; en conclusión, soy alérgico a las noticias.

Nada me sorprendía hasta hace pocas semanas, justo en mi trayecto a la oficina después de estacionar el coche. A unos cuantos metros de una iglesia ví un letrero que llamó mi atención, no por su belleza o composición perfecta, no, sino por el mensaje que transmitía: ¿Quieres saber qué pasó aquí?

¿Mis ojos me engañaban? ¿Es cierto lo que, gracias a Miss Paty, estoy leyendo? Sí, a continuación, el letrero presume los números telefónicos a los que cualquier transeúnte puede marcar y preguntar: ¿Qué ch·$·”%”os pasó ahí?

¡Wow! Pero que gran iniciativa del GDF, por primera vez veo que mis impuestos sirven de algo además de comprar Hummers a los diputados.

Señores, señoras, señoritos y señoritas; la ciudad nos está vigilando, el gran hermano ha llegado a chilangolandía y todos debemos sentirnos afortunados. ¿Por qué?

¿Eres de los que:

  • olvidan dónde estacionó el coche?
  • se emborrachan hasta perder la conciencia?
  • tienden a estacionar el coche en lugares prohibidos?
  • son clientes frecuentes de las ratas de dos patas?
  • son de cascos ligeros y pudor espantadizo?
  • después de dos cervezas se meten hasta con el viene-viene de la esquina?
  • la adrenalina del momento los hace cometer locuras?
  • no recuerdan lo que hicieron el verano pasado?


Pues ya no hay de que preocuparse. Adiós a la cruda moral, al qué paso ayer; de ahora en adelante sabremos qué fregados hicimos la noche pasada. Y no, ya verifiqué y el servicio no tiene cuenta en Facebook, así que nadie de tus amigos se enterará y no tendrás que esperar a que te etiqueten en las fotos para saber qué hiciste de ti, tu cuerpecito, tu coche, tu date, tu amigo, tu novia, tu perro, tu perico y tu abuelito al que llevabas al aeropuerto antes de que se te cruzaran unos drinks en el camino.
Así que ya sabes, si ves alguno de estos letreros:
















                                                                                       (y que me compra el Sanborns de los azulejos)

Y te das cuenta que estas desnudo de la cintura para abajo (neta ¿qué pasó?), es momento de marcar o textiar.

Nota: Neta, deberían aclarar los servicios que ofrece cualquier dependencia del Gobierno; se puede prestar a malos entendidos y a ridículas entradas de blog.

0 comentarios to El gran hermano:

Publicar un comentario