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Rechazado social sin fines de lucro

miércoles, 12 de agosto de 2009
¡Maldición! ¿Por qué carajo nunca me llaman la atención las mismas cosas que a los demás? Todos tenemos nuestro sueño de ser parte de un grupo estilo “Friends”, “La liga extraordinaria” o “Sex & the city”, pero después de una plática con Ximena, comprendí que eso no es para todos.

Me imagino que todo radica en el hecho de que soy hijo único, ya saben, el clásico trauma de ser independiente – valemadrista – desde que era chiquito, y por lo tanto nunca eh sentido la necesidad de pertenecer a un “grupo” “núcleo” o “secta”. Desde que tengo memoria, nunca pertenecí a alguna “bolita” de la escuela. Existían los populares y las divinas – a no espera eso es de una novela –, bueno casi, no importa el nombre de los grupos en las escuelas, yo terminaba siendo amigo del freak, ósea, me volvía doblemente freak, uno por qué – lo acepto – lo soy, y dos, porque en lugar de “refórmame” juntándome con los chicos cool, terminaba dibujando personajes de “pokemon” con el mas freak que encontraba – no se ofendan Ximena y Aftab –.

En fin, después de mis fallidos intentos por parecer “normal” durante la primaria, en la secundaria acepte mi destino de ser el rechazado social sin fines de lucro, ya que a diferencia de los otros, me juntaba con quien se me daba la gana, si me aburría me iba con alguien más y aunque no contaba con los “beneficios” que te otorga pertenecer a un grupo – popularidad, imagen de intelectual, mamonismo, etc. –, tuve la oportunidad de conocer gente extraordinaria.

Al comenzar la preparatoria, me pregunte ¿Si existen 8,000 grupos en una sola escuela, que tan difícil será formar el mío? Decidido a emprender en el negocio de los grupos, empecé el casting secreto y puedo decir con toda seguridad: De que hay anormales, los hay.

A continuación, el lector pensará que los anormales no entraron al grupito, pues mal, obviamente fueron los elegidos. Ya hable de mis amigos de la prepa – véase, With a Little help from my friends –, así que no pienso describir nuevamente el comportamiento, características y formas de pensar de mis amigos de antaño. El punto es que al tener éxito, se me hizo fácil pensar que podía hacerlo las veces que se me antojara, error – ahora mío –.

No es tan fácil eso de organizar tu propia “banda”, es algo que pasa una vez en la vida, como: ver a tu vecina desnuda bailando al ritmo de “Living la Vida Loca” – a los 8 años –, que vendedores ambulantes te lancen limones en el Centro Histórico por que llevas puesta una corona de Burger King – 15 años – o que te hablen por teléfono de una radiodifusora, pasar una prueba al nombrar canciones de distintos géneros de música y justo cuando te dicen que ganaste y están a punto de apuntar tus datos, saltas de la alegría y se desconecte el teléfono – 12 años –.

No es necesario mencionar la universidad, ahí cambiaba de amigos como mis calificaciones después de un soborno – muajajaja –. Es difícil asimilar que hacer amigos, conforme pasa el tiempo, es muy difícil.

Hoy me di cuenta que en la oficina probablemente se repita la historia, si, me siento excluido. En primera me catalogan de “freak” solo porque no tengo Facebook, y para empeorar el asunto, ahora soy antisocial porque no tengo una mascota virtual para jugar con todos.

¿Qué tiene de interesante?, ¿Acaso es divertido si se trata de popo virtual? ¿No es suficiente hi5? Lo siento, pero ya supere el tamagochi. No negaré que se ve divertido, se la pasan riendo: que si uno se cae en las carreras, que si el otro ya sabe ir al baño solo, es más, el de Joss trabaja vendiendo su amor al mejor postor. Pero no, siempre es lo mismo: me tardo 15 horas en elegir el color, forma, nombre y cuanta madre se necesita, juego con el 5 minutos y 4 meses después lo encuentro muerto sin ninguna explicación – la falta de comida, entretenimiento y limpieza, no tienen nada que ver –, después me deprimo 2 días y solo queda el doloroso recuerdo de la muerte de una mascota que nunca tuvo vida (Jimmy, papá te extraña).

Ni modo, me quedare esperando a que contraten un freak igual que yo, o no, ¿Qué importa? hace mucho renuncié al sueño de “Friends”, como Ximena al de “Sex & the city”. Prefiero seguir escribiendo en Blogger, que estresarme porque mi panda rosa no logra mantenerse limpio por más de 5 minutos.

¡Anarquía Social!