Home | Posts RSS | Comments RSS | Login

Fetiches cotidianos

jueves, 15 de abril de 2010
Hace una semana tuve junta en Paper Mate y me enteré que ellos compraron Berol. Después de mi indignación y un berrinche amotinándome en la sección de acuarelas mientras exigía hablar directamente con Don Berol y convencerlo de que no vendiera nada; la directora de Mkt, inteligentemente me distrajo con un paquete de Prismacolor. ¿Cómo supo que tenía un fetiche visual con ellos?

Recuerdo que de niño lo que más me gustaba comprar antes del inicio de clases eran los colores. Verlos todos acomodaditos, formaditos cromáticamente, creando una paleta magnifica de armonía. Producía en mi inocente y tierno cerebro un placer casi orgásmico – obvio en esos tiempos no sabía lo que era, sólo sentía “rico”-. Recuerdo que en una ocasión nombré a mis 36 colores, y no eran nombres tipo “Rosita” o “Carmen”, sino: “Cleotilde” “Hyoga” y “Don gato”.

Bueno, pues ahora a mis veintitantos años de edad, me sorprendió ver que los colores siguen teniendo el mismo efecto en mí.

Dentro de esos placeres ocultos – que no se hagan, todos tenemos- también existen otros más. Muy Amelie pero ¿a quién no le gusta meter la mano en una cubeta de frijoles? Es el mismo placer que

  • tronar las bolitas infladas de las envolturas,
  •  escuchar cómo destapan una coca,
  •  quitarle el plástico a un CD o serie de T.V,
  •  el olor a pan recién hecho,
  •  ver cómo la nave espacial se salva del hoyo negro,
  •  ponerse de frente a un ventilador en un día caluroso,
  •  escuchar el sonido de un mensaje de texto entrante,
  •  encontrar la etiqueta de rebaja en algo muy deseado,
  •  ver el mensajito de conectado de esa personita especial,
  •  despertar de una borrachera, sin cruda –incluye la moral-,
  •  comer un plato enorme de spaghetti,
  •  soltar el globo de los reyes magos,
  •  encontrar regalos debajo del árbol de navidad,
  •  terminar un buen libro,
  •  ver como bajan las gotitas de una cerveza en una tarde calurosa.


Hace poco descubrí que también existen fetiches destructivos, ¿ejemplo? :

¿A quién le gustan las burbujas?

Respuesta: ¡A nadie!

Desmiéntanme pero ¿acaso no todos en cuánto vemos burbujas corremos como niñas en tienda con rebajas tras ellas?. Pero ojo, corremos ¿para qué?


a) Tomarles fotos
            b) Contarles nuestros secretos
c)
    Montarlas y volar por los cielos
d)
   Destruirlas, aplastarlas, derribarlas o –hipócritamente- sostenerlas en nuestras manos, esperar a que se encariñen con nosotros y cuando menos se lo esperen ¡Zam! Romperlas.

Somos muy crueles con las pobres burbujas. ¿Dónde viven los monstruos? ¡En los parques!

Al fin y al cabo fetiches que nos producen placer. ¿Yo? Yo dejo de escribir en este momento para irme a ver un rato más el paquete de colores que hicieron bien en regalarme (bueno a la agencia, no a mí).

0 comentarios to Fetiches cotidianos:

Publicar un comentario