Todo mundo tiene una festividad favorita, algunos aman cantar villancicos y ser un ornamento más en la decoración de los centro comerciales. Adoran gastar todos sus ahorros, aguinaldo y hasta piden prestamos, sólo para hacer felices a su seres queridos en Navidad, sin pensar que probablemente ellos serán infelices el resto del año pagando dichos regalos.
Otros más intensos prefieren las fiestas patrias. El júbilo, alcohol y amor a México los contagian y obligan a cometer estupideces, como lanzarse envueltos en una bandera en la pre-fiesta de independencia.
En fin, se dice que con la menor provocación un mexicano encuentra un pretexto para celebrar. Que si el bebé nació, que si va a limpiar sus pecados, que si ya cumplió 3 años, que si ya cumplió 15, que si salió de la universidad, etc. Y todo esto sin nombrar las raras ocasiones en que la selección gana un partido, un atleta gana una medalla o los tacos cumplen años.
Quien me conoce sabe que para las fiestas yo soy el primero en decir: ¡presente! No soy el clásico que se revienta cinco días a la semana, porque la edad pesa y mis “alcances” ya no dan para eso. Pero en general me gusta mucho celebrar y pasarla bien acompañado de personas agradables y, si se puede, en un lugar donde la música electrónica no sea admitida.
Mí celebración favorita es sin duda “El día de muertos” y por extensión “Halloween”, y no, debo admitir que no es por el valor cultural, las tradiciones o porque nos invita a recordar a nuestros seres queridos que se adelantaron en el camino y nos estarán esperando en la puertas del.. blah… blah… blah… No, en realidad es por una sencilla razón:
AMO
DISFRAZARME
Desde hace varios años me he encontrado en las ropas de Merlín, Mickey Mouse, Bunbury, Darth Vader, El león de “El mago de Oz”, Joe Black, etc. Hasta el momento mi favorito ha sido el león, aunque el año pasado Mickey tuvo mucho éxito, se me ocurrió ir disfrazado así a un antro y me sentí una botarga en Disney, tomándome fotos con todo el mundo.
Todos y cada uno de mis disfraces han sido buenos, los he portado con orgullo y han tenido bastante éxito, pero nunca han sido mi primera opción, ya que al menos por los últimos 5 años he querido disfrazarme de Harry Potter, pero por diversas razones, principalmente económicas, no he logrado hacerlo.
Espero este año sea el bueno, que por fin encuentre una capa bien hecha y no cueste la millonada, debo buscar mis lentes de John Lennon y romperle los cristales, pintarme un champiñoncito en la frente y con suerte, encontrar a alguien que vaya de Hermione o Ron. Si no lo logro, seguramente encontraré una opción que me haga feliz, o me inventaré una salida rápida, como en el caso de Joe Black, cuando no tenía disfraz así que recurrí a un traje negro y mi increíble parecido a Brad Pitt, aún cuando en esa ocasión muchos pensaban iba disfrazado de Loret de Mola.
Espero ustedes tengan una espantosa noche de brujas, que se los chupe la bruja, las muerda un hombre lobo y los deslumbre un vampiro con su piel de diamantina – que triste, Crepúsculo nos ha arruinado la vida-, todo siempre y cuando no les saquen los ojos los cuervos, ya que champyalaire aún no sale en versión braille.