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La importancia de llamarse Champy

miércoles, 10 de agosto de 2011
Hace varios años, la hermana de uno de mis mejores amigos me odiaba. Recuerda que cada vez que me veía en su casa (lo cual era muy seguido), pensaba que su tarde se había arruinado. Tiempo después nos hicimos muy buenos amigos, claro, era de esperarse, ¿no? Me decía que en aquellos tiempos ella pensaba que mi voz, mi risa o los chistes idiotas que hacía; eran simplemente para llamar la atención. Tiempo después se dio cuenta que no, que en realidad esa era mi forma de ser.

Historias como esa hay miles. Una de mis mejores amigas, a la cual le dediqué una de mis primeras entradas; también me odiaba. En ese caso era mutuo, ya que cada vez que yo decía algo, ella no podía evitar hacer caras o decir una que otra grosería en voz baja (y alta). Imaginen esa situación durante casi toda la carrera universitaria. De igual forma, cuando nos dimos la oportunidad de conocernos, nos hicimos grandes amigos; tanto que me recomendó en la agencia donde trabajaba y fuimos compañeros durante casi 3 años.

Es curioso pero ahora que lo pienso, a la mayoría de mis amigos les caí mal en primera instancia. Moy, un gran amigo, me dijo en una ocasión que durante el primer mes de juntarse conmigo no entendía las cosas que pasaban en mi cabeza, ya que algunas cosas que decía no tenían lógica o simplemente, razón de ser.

Sinceramente, veo muy positiva esta situación. Supongo que una persona que no se toma el tiempo de conocer a alguien y se queda con el primer juicio realizado sin derecho a replica; pues no es alguien que valga mucho la pena o quiera tener como amigo. Pienso que tengo como un filtro social bastante efectivo que hasta el día de hoy me ha brindado la amistad de muchas personas que valen su peso en oro.
En fin, esta entrada sí tiene razón de ser, no es uno más de mis incontables desvaríos o alucines.
Hoy, caminando hacía la terraza para fumar, vi de reojo un curioso artefacto. Al no creer lo que había visto y con miedo de finalmente haber perdido la cabeza, volteé a verlo de nuevo y me tranquilicé un poco. Debo reconocer que me dio mucha risa mi visión y creo que entendí en cierta forma lo que tantas veces me han dicho: soy un poco raro.

Para todos aquellos que no me conocen o simplemente les caigo mal, les dejo esta muestra de lo que es vivir en mi cabeza. Tal vez, sólo tal vez, me entiendan.


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